Cambiar nuestra alimentación en favor del medio ambiente

A diario consumimos alimentos, probablemente sin considerar las consecuencias de nuestra elección para el medio ambiente. Los procesados, llevan consigo una serie de tratamientos que generan desechos y consumen grandes cantidades de energía y agua.
La producción masiva de alimentos requiere el uso de aditivos, entre otros compuestos y métodos de procesamiento, para producir mucho en poco tiempo y además para que éstos duren más.  

El aceite refinado de oliva es un claro ejemplo del daño que un producto provoca en el medio ambiente. El proceso de refinamiento se realiza para quitarle al aceite ciertos componentes que hacen que se deteriore rápidamente, aunque éstas sean beneficiosas para nuestro organismo, como los ácidos grasos libres. 

La coincidencia se encuentra en que, por lo general, aquello que es dañino para el planeta también lo es para nosotros. 

Al refinar el aceite, muchas propiedades naturalmente saludables, como vitaminas, se pierden. Además, el proceso genera desechos. El aceite de oliva extra virgen, en cambio, solamente requiere el proceso del prensado de la uva para extraer el aceite. Éste no genera desechos y el producto permanece rico en nutrientes ya que conserva sus ácidos grasos buenos, vitaminas y antioxidantes, entre otros. 

Ejemplos como éste hay un montón. Cada producto industrializado implica un proceso de pérdida de propiedades y males ambientales. La industria alimenticia está en la búsqueda de nuevos métodos para aminorar los residuos y el gasto de agua y energía. 

¿Cómo podemos contribuir en el cuidado del medio ambiente?

Deberíamos disminuir el consumo de productos ultra procesados y el desperdicio de alimentos. Consumir menos en los supermercados y más en los mercados. También, reducir la compra de carne y aumentar la de cereales, legumbres integrales, frutas y verduras de estación. Así, daremos pequeños pasos que se transformarán en mejores hábitos y grandes cambios. 

Micaela Wodtke @foodthinkerz

Micaela Wodtke