La cara B de la Navidad: contaminación lumínica

En Navidad aumenta alrededor de un 28% el consumo eléctrico en los hogares españoles. ¿Cómo impacta esto al medio ambiente? Aparte del malgasto energético, la contaminación lumínica supone un problema para muchas especies, que necesitan de oscuridad para poder orientarse correctamente.

La Navidad es sinónimo de luces por todas partes y consumo en abundancia. En estas fechas aumenta alrededor de un 28% el consumo eléctrico en los hogares españoles, según la Asociación de Consumidores de Energía (ANAE). ¿Cómo impacta este gasto acelerado en nuestro medio ambiente?

A nivel mundial es una de las fechas más esperadas del año en muchas culturas, un momento para reunirse con la familia y los seres queridos. La basura que se genera y no se separa correctamente y el desperdicio de luz es algo común cada año, y esto impacta negativamente sobre nuestro planeta.

La contaminación lumínica es una de las preocupaciones de la época navideña

Las luces de Navidad que adornan las casas, el tradicional pino y las calles implican un malgasto energético enorme. Se suelen proponer las de bajo consumo como la alternativa a este problema porque no solo disminuyen el consumo, también favorecen la cartera de la gente. Pero la realidad es que hay un problema mayor: la contaminación lumínica. 

El exceso de luces encendidas durante toda la noche afecta a muchas especies. Muchas de estas necesitan de oscuridad para poder orientarse correctamente. Aves como los petreles se ven sumamente amenazados por la luminaria, explican en The Conservation. Además, los colores fríos en la iluminación navideña, como las luces blancas o azules, afecta no solo la salud de los animales sino también la humana. El abuso de luces nocturnas inhibe la producción de melatonina, lo cual perjudica las rutinas de sueño.

Los más afectados son los insectos. La contaminación lumínica es una de las principales causas de la disminución progresiva de la polinización de las abejas, asegura un estudio publicado en Nature. En las zonas iluminadas artificialmente las abejas disminuyeron su visita un 62% en comparación con las áreas oscuras.

Esta problemática está creciendo en todo el mundo. Según el Chicago Tribune, ocho de cada diez personas viven bajo un cielo nocturno contaminado por la luz, y solo en EE.UU, se gastan $3.000 millones al año en iluminación exterior. 

Ser conscientes de esta otra cara de la Navidad ayudará a poner en práctica mejores hábitos. Intentemos siempre reciclar, reducir y reutilizar para no generar tantos residuos; y pensar dos veces a la hora de comprar tantas luces navideñas. Si bien son costumbres que visualmente son muy bellas, no suman, sino que restan. La sociedad podría situar en la balanza lo que vale más: la estética y abundancia o la salud medioambiental.

Margarita Colombo Hiriart