El pasado 1 de julio concluyó la 2da Conferencia de la ONU sobre los Océanos en Portugal, dónde se debatió cómo rehabilitar y proteger a nuestros océanos. Las conclusiones no han sido buenas, ni alentadoras. “Estamos en una carretera hacia el infierno», aseguró Peter Thomson de la ONU.
El océano, hogar del 80% de la vida en el mundo, se encuentra débil y en peligro.
Este problema no solo recae sobre las especies submarinas, sino también sobre todos sus habitantes. Esta inmensa masa de agua produce más del 50% del oxígeno del planeta. Además absorbe el 25% de todas las emisiones de CO2 por actividad humana, que lleva a que se produzcan reacciones químicas que acidifican el agua de mar y podrían suponer un riesgo para los entornos marinos. Mientras más ácida se vuelve el agua, menos CO2 es capaz de absorber.
El fin principal del evento celebrado en Lisboa fue buscar soluciones basadas en la ciencia para la gestión sostenible de los océanos. Se trataron temas como la contaminación, la acidificación del agua, la pesca ilegal y la pérdida de la biodiversidad.
Demasiada palabrería y poca acción frente a los océanos
Se necesitan grandes inversiones de dinero para poder resolver la problemática. Por el momento no hay gran compromiso de inversiones gubernamentales. Aun así Naciones Unidas busca lanzar un programa “Ocean Promise” para compensar las pérdidas de un billón de dólares anuales derivadas de una mala gestión de los océanos.
A su vez, el Banco de Desarrollo de América Latina-CAF destinará 1.250 millones de dólares a los ecosistemas marinos de toda LATAM. Asimismo, Australia dedicará 1.200 millones de dólares en la próxima década para preservar la Gran Barrera de Coral.
Nos enfrentamos a una posible “emergencia oceánica”
Lo que suceda en el océano interviene directamente sobre la vida en la tierra. Aproximadamente unas 680 millones de personas viven en las costas de todo el mundo, según la ONU. Buscar soluciones es de carácter urgente.
El nivel medio del mar en todo el mundo aumentó 4,5 mm por año entre 2013 y 2021, revela el último informe sobre cambio climático de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). ¿Por qué? debido al derretimiento de las capas de hielo. Este fenómeno repercute en los cientos de millones de habitantes de zonas costeras y aumenta la vulnerabilidad a los ciclones tropicales.
Tomar cartas sobre el asunto también es responsabilidad de todos los que habitamos este planeta. Por el momento queda esperar hasta agosto de este año dónde se debatirá el Tratado Global de los Océanos en Nueva York. Nos tocará esperar un mes más a ver si la conferencia fue o no un éxito.
Margarita Colombo Hiriart