Las poblaciones de tiburones se han reducido hasta en un 70%, en los últimos 50 años. La pesca furtiva del tiburón supuso entre los años 2012 y 2019, un total de 2.600 millones de dólares de beneficio. Y aunque esta pesca se da mayoritariamente en aguas del Atlántico, señalan a la Unión Europea como una de las mayores exportadoras de carne de tiburón -exporta una quinta parte de la carne obtenida en las jornadas de pesca-, seguida de China.
La desaparición de los tiburones: una problemática con fines económicos
Investigaciones de la misma organización afirman que hay un total de 1.200 palangres en las costas del Océano Atlántico en busca de tiburones cada día; un sistema que podría unir la distancia entre Madrid y París que es de 1276 kilómetros, aproximadamente. Los palangres son sistemas de anzuelos repartidos de manera estratégica para la caza de tiburones.
Estos sistemas pueden contar con hasta 28.000 anzuelos. La animación “The Lonely Shark” recrea la preocupante situación que sufre la especie con este sistema industrial de pesca:
Los tiburones juegan un papel fundamental en el ecosistema. Ayudan a generar la diversidad eliminando a especies enfermas o débiles. Proporcionando así, un equilibrio en los hábitats.
Cada año mueren 100 millones de tiburones a causa de la pesca y la caza furtiva
Organizaciones pro animales han contabilizado cerca de una decena de especies de tiburón, en situación crítica. Entre ellas se encuentra el Gran tiburón martillo, que empieza a desaparecer de sus hábitats.
¿Cuál es el interés por la caza del tiburón? No solo se captura con fines gastronómicos, también para cosmética y química.
“Por cada 10 tiburones que había en mar abierto en la década de los 70 hoy hay unos tres de estas especies” explica Richard Sherley, investigador de la Universidad de Exeter, para BBC.
Además afirma que se necesita voluntad política para acabar con la problemática pesquera de los tiburones. Epertos marinos se suman al pedido de acciones urgentes contra su caza descontrolada.
Terminar con estas prácticas acabaría a su vez con el hallazgo de tiburones fuera de sus hábitats, como sucedió el pasado 14 de julio en las playas del Garraf y Sitges (Barcelona). Esta es la consecuencia de la presión ejercida sobre la especie por los períodos de pesca indiscriminada.
Las acciones del hombre afectan directamente al correcto funcionamiento del ecosistema y a la desaparición de especies que habitan en él. Debemos repensar individual y colectivamente cuál es la huella que estamos dejando.
Anaïs Batanero